Déjese llevar por los aromas embriagadores del anís, el crujir de los hielos y el suave sol de Provenza. Aquí, el pastis no es solo un simple aperitivo, sino una verdadera institución marsellesa. Más que una bebida, encarna el espíritu de convivialidad y la dulzura de vivir de la ciudad fenicia. ¡Sígueme para sumergirte en el fascinante mundo del pastis, desde su vibrante historia hasta sus múltiples variaciones!
Un emblema de Provenza
La palabra «pastis» proviene del occitano «pastisson», que significa mezcla. ¿Y qué mejor mezcla que la de un calor sofocante, amigos reunidos alrededor de una mesa y un vaso medio lleno de esta licor dorada? Este momento suspendido en el tiempo es la hora del pastis, una tradición casi sagrada para los marselleses. En las terrazas soleadas, entre risas y apretones de manos, los vasos se llenan y las conversaciones se elevan al compás del aroma de anís.
Inmortalizado por Marcel Pagnol, el pastis está omnipresente en Marsella. Se encuentra en las partidas de petanca, en los mostradores de los bistrós y en las fiestas de barrio. Ya lo prefieras en forma de mauresque con un poco de jarabe de orgeat, en perroquet con un toque de menta, o en tomate realzado con granadina, es el símbolo de un patrimonio cultural único.
Un legado anisado: orígenes tumultuosos
Para entender el pastis, hay que retroceder a los inicios de la absenta, la famosa «Hada Verde» que seducía a artistas y poetas, antes de ser prohibida en 1915 por su supuesto efecto perjudicial. En busca de un sucesor, los aficionados se volvieron hacia un aperitivo anisado igualmente refrescante y cautivador: el pastis. Paul Ricard, marsellés de origen, supo convertirlo en una bebida emblemática en los años 30 creando el famoso «Pastis de Marseille».
Con la prohibición de la absenta, los marselleses encontraban formas ingeniosas para producir su propio pastis casero. En 1932, Paul Ricard lanzó su pastis oficial, aportando a cada botella un sabor único, fruto de una sabia mezcla de plantas provenzales y especias venidas de otros lugares. En 1951, Pernod Ricard revolucionó el aperitivo con su Pernod 51, que se convertiría en un pilar de la cultura marsellesa.
Una bebida de múltiples facetas
El pastis es mucho más que un simple aperitivo, es un reflejo de Provenza. La riqueza de sus aromas es el fruto de un mestizaje meticuloso de plantas aromáticas e ingredientes cuidadosamente seleccionados: anís estrellado, regaliz de Oriente Medio y plantas provenzales. En cada sorbo, es todo el sol del Mediterráneo lo que estalla en la boca.
Las recetas imprescindibles de pastis
- 51 Piscine : La versión fresca y alargada del pastis, ideal para los calurosos días de verano. Solo hay que mezclar 2 cl de pastis con 7 volúmenes de agua helada y una cascada de hielos.
- 51 Rosé : Esta variante combina el anís con notas de frutas rojas para un aperitivo delicioso.
- 51 Glacial : Un soplo de frescura con un toque de menta y plantas aromáticas, perfecto para los amantes de sabores intensos.
Un patrimonio exportado a los cuatro rincones del mundo
Lo que hace particular al pastis 51 es que se produce y embotella en Marsella. Elegir mantener su producción en tierra fenicia es un verdadero homenaje a las tradiciones y a la autenticidad marsellesas. Hoy en día, el pastis 51 se ha exportado a más de 110 países, y se encuentra en las mesas de los restaurantes más prestigiosos del mundo. Ya sea en Melbourne, Nueva York o Tokio, degustar un pastis 51 es regalarse una escapada a Provenza.