El 5 de noviembre de 2018, el colapso de dos edificios en la rue d’Aubagne en Marsella dejó un trauma profundo en la ciudad, causando la muerte de ocho personas. Seis años después, persiste un filtro de emoción, mientras las familias y los ciudadanos continúan reuniéndose para honrar la memoria de sus seres queridos y exigir justicia. Esta tragedia se ha convertido en el eco de una lucha más amplia contra el vivienda indigno que afecta a algunos barrios de Marsella. Con la próxima apertura de un juicio, ha llegado el momento de recordar y exigir un cambio.
Concentración en memoria de las víctimas
Cada año, a la misma hora, cientos de habitantes se reúnen para rendir homenaje a las víctimas de los colapsos. Este ritual, impregnado de tristeza y solidaridad, no solo marca el recuerdo de los desaparecidos, sino también un llamado a una conciencia colectiva sobre los problemas del vivienda deteriorado. Las familias no olvidan: llevan retratos de sus seres queridos, antorchas en las manos, y la solidaridad se refleja en los rostros. Caen lágrimas, se expresan asociaciones, y a veces el silencio se ve alterado por los lamentos de los seres queridos, revelando un dolor aún vivo.
Las palabras de dolor y esperanza
Los discursos de las madres de las víctimas son particularmente conmovedores. Ellas evocan el sufrimiento, y al mismo tiempo, expresan una esperanza: que este juicio traiga un atisbo de reparación y de justicia. La madre de Chérif Zemar, presente desde Argelia, y Liliana Lalonde, madre de Julien, se turnan para interpelar a las autoridades. Al insistir en la importancia de la dignidad humana, recuerdan que detrás de cada cifra, cada estadística, hay vidas destrozadas. «No pienses más en el dinero, sino en las vidas que quitas alquilando viviendas indignas», aboga ella, un llamado desesperado ante una realidad a menudo ignorada por los decisores.
Un juicio tan esperado
El próximo juicio involucrará a dieciséis acusados, dando testimonio de una voluntad de esclarecer las responsabilidades que recaen sobre los propietarios y los síndicos. Será un momento decisivo para todos aquellos que han sido afectados por esta tragedia, un momento en el que se espera que la justicia no sea benigna. Las familias, apoyadas por colectivos, quieren asegurarse de que este juicio no sea solo un mero trámite, sino un verdadero punto de inflexión para poner fin al vivienda indigno, un flagelo que aún afecta a muchas personas en Marsella. La movilización continua en torno a este evento subraya una voluntad de no dejar que esta injusticia se borre de la memoria.
La exigencia de una vivienda digna
Mientras los testimonios se multiplican, son muchas las voces que llaman a un cambio profundo en la gestión de las viviendas en Marsella. Los vecinos evocan no solo a las ocho víctimas de la tragedia, sino a todos aquellos que hoy viven en insalubridad y en el miedo a un colapso. «No queremos que esto vuelva a suceder», claman. En este contexto, el Colectivo del 5 de noviembre juega un papel clave, exhortando a los habitantes a hacer oír sus voces y recordar al Estado sus responsabilidades en materia de política urbana.
En Marsella, rue d’Aubagne, los eventos del 5 de noviembre de 2018 son más que un simple recuerdo. Encarnan un llamado urgente a la justicia, a cada instante, y un reclamo por la mejora del vivienda. Las familias, más que nunca, se comprometen a no dejar que se olviden las heridas de un pasado trágico. Se colocan en primera línea en la esfera pública, luchando para que la memoria de sus seres queridos no sea en vano y para que otros nunca sufran el mismo destino. El camino hacia la justicia sigue estando lleno de obstáculos, pero la comunidad marsellesa sigue decidida: juntos, lucharán por un futuro digno.